En la cúspide de la euforia por la puesta en marcha de su planta mexicana de reciclaje de productos químicos en una empresa conjunta con Nestlé, Greenback Recycling Technologies, con sede en el Reino Unido, está filtrando sueños de alto vuelo a los medios. Su director ejecutivo, Phillippe von Stauffenberg, está jugando con el objetivo de instalar, en los próximos 20 años, la friolera de 300 fábricas en todo el mundo para convertirlas en petróleo, materia prima para la producción de polímeros, residuos de laminados flexibles (incluido el aluminio), tecnología de pirólisis inducida por microondas patentada por su filial Enval. Según dijo al diario Plástics News, el director está pensando en instalar 150 plantas en América Latina, 30 en África y Asia y el resto en Europa. Enval, entre otras cosas, ya está planteando las condiciones para colocar cinco o seis plantas en países como Alemania y Colombia. Según von Stauffenberg, su tecnología de pirólisis incorpora el atractivo del suministro de agua, un recurso que considera escaso en muchos de los países a los que se dirige. América Latina destaca en este mapa porque, según el Banco Interamericano de Desarrollo, generó 29.000 toneladas de residuos plásticos en 2020, y según la distribución que hace Greenback, 1/3 de ese volumen pertenece a la región debajo del ecuador. La planta activada a finales de mayo en Cuautla, en el sur de México, tiene una capacidad inicial de reciclaje de 6.000 t/a de residuos flexibles y, de la inversión en la unidad estimada en 3 millones de dólares, la filial Nestlé ha financiado el 25%.
“General ninja de la cerveza. Erudito de Internet. Adicto a la web amigable con los hipster. Lector orgulloso. Se cae mucho”.