Petrobras en la ilusión de Unasur

La voluntad expresada por el presidente de Petrobras, Jean Paul Prates, de “revisar” inversiones en países sudamericanos, como Bolivia, Venezuela y Guyana, demuestra cuánto la estrategia comercial de la empresa estará ligada a las aspiraciones geopolíticas de Lula da Silva. gobierno. No en vano la reciente reunión de mandatarios sudamericanos en Brasilia fue el escenario elegido por Prates para anunciar su intención de volver a la internacionalización sudamericana.

En el desafortunado intento de revivir la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) -acompañado de la vergonzosa defensa de Lula del dictador venezolano Nicolás Maduro-, la acción de Petrobras ha emergido como la única propuesta concreta para el bloque, aunque la idea no es más que una testamento de Prates. Se espera que al menos pase por el escrutinio de los accionistas y una evaluación de viabilidad económica. Pero es un aperitivo de lo que ofrece la actual dirección de la empresa respecto al plan estratégico puesto en marcha.

En una reunión con el presidente de Bolivia, Luis Arce, Prates manifestó su intención de retomar las inversiones en exploración y refinación de petróleo y gas. Petrobras ya representaba el 18% del PIB de Bolivia y el 24% de la recaudación de impuestos del país hasta que fue pisoteada en 2006 por el decreto de nacionalización de hidrocarburos del entonces presidente Evo Morales, que ordenó la ocupación de las refinerías de Petrobras por parte del ejército boliviano.

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Al desembarco forzoso le siguieron continuas desinversiones en Sudamérica a partir de 2015, tras el escándalo Lava Jato, que dejó una deuda brutal, así como una imagen profundamente empañada por la corrupción. Para reducir la deuda, se vendieron filiales en el continente, como Petrobras Argentina, también responsable de las actividades en Ecuador y Venezuela, y Petrobras Chile, además de las actividades en Paraguay.

Los proyectos de internacionalización empresarial son, en general, una buena señal, siempre que se apoyen en parámetros que observen el crecimiento de la empresa y las nuevas y prometedoras oportunidades de negocio. Además, deben guiarse desde el punto de vista del retorno de la inversión. En Sudamérica, Petrobras actualmente tiene actividades de exploración y distribución de combustibles en Colombia. También logró quedarse en campamentos en Bolivia.

A partir de 2018, como parte de su política de reducción de costos, la empresa cerró una docena de oficinas en el extranjero. La presencia internacional se ha reducido, además de las ya mencionadas, al Golfo de México, en Estados Unidos, donde es reconocida por su especialización en aguas ultraprofundas; la base europea en Rotterdam, Países Bajos; y Singapur, desde donde controla el comercio con Asia.

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Los planes de política no deben impulsar las decisiones corporativas, como lo demuestran las experiencias pasadas recientes de la propia Petrobras. Con Venezuela, la sociedad que buscó establecer en la construcción de la Refinería Abreu e Lima produjo un proyecto de mil millones de dólares que tuvo que ser reestructurado porque Venezuela no le puso dinero. Cabe mencionar que el gobierno venezolano ha acumulado una deuda con Brasil que supera los R$ 6 mil millones, cifra que el dictador venezolano aún está considerando si pagar o no.

Nacho Manjarrez

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