Fantasma del impeachment acompañará al presidente de Perú en 2022

El panorama no es muy brillante en 2022 para el presidente de izquierda de Perú, Pedro Castillo, quien acaba de ser rescatado del juicio político y está bajo escrutinio en tres casos de presunto tráfico de influencias.

Además de las perspectivas de desaceleración económica, un nuevo intento de la oposición de derecha de derrocar al presidente puede aparecer el próximo año en el Congreso si no amplía sus alianzas, cambia algunos ministros y corrige algunas iniciativas, advierten analistas.

El panorama de Castillo evoca el destino de los expresidentes Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra, quienes sobrevivieron a una primera orden de juicio político, pero no a una segunda, en 2018 y 2020 respectivamente.

“Creo que habrá un nuevo intento de vacante contra Pedro Castillo, porque ese es el mecanismo en el Perú. Una vez que empiezas, insistes en una meta “, dijo a la AFP el analista político y economista Augusto Álvarez Rodrich.

“Mientras persista la polarización y el enfrentamiento entre el gobierno y la oposición, esta última seguirá intentando desestabilizar al Ejecutivo, aprovechando los errores u omisiones, lo cual no es infrecuente dado el amateurismo y radicalismo del gobierno”, dijo el político. científico. »Afp. Carlos Meléndez, de la consultora 50 + 1.

Desde la salida de Kuczynski, quien renunció en marzo de 2018 antes de que se aprobara una segunda moción de “vacante”, Perú enfrenta la posibilidad de una salida repentina de su presidente de manera casi permanente.

Los enfrentamientos de poder han llevado al país a tener hasta tres presidentes en cinco días, en noviembre de 2020. Para evitar un desenlace similar, es urgente reducir la tensión que marca el ritmo político en Perú y alarma a algunos en la comunidad internacional.

El 10 de diciembre, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos advirtió su preocupación por la distorsión “por la falta de una definición objetiva de la figura de la vacante presidencial por incapacidad moral permanente y su impacto en la institucionalidad democrática del Perú”.

El presidente de México, Andrés López Obrador, denunció el 16 de diciembre que había en Perú “una especie de preparación para el derrocamiento” lanzada por el conservadurismo.

Castillo, una maestra rural de 52 años que ganó una votación ajustada en junio contra la derechista Keiko Fujimori, cumple un mandato de 150 días perseguido por la oposición y las controversias del partido gobernante en junio, catalizando la salida de una docena de ministros.

– Mejorar la gobernanza –

“La forma en que Castillo puede evitar el juicio político es haciendo algo que él no hace: construir un buen gobierno y un buen gobierno porque necesita cambios en la gestión pública”, dice Álvarez Rodrich, pero el problema, agrega, es que no colabora porque ellos piensan el gobierno caerá en el corto plazo.

Un camino es un giro brusco hacia el centro, una alternativa que parece complicada dado el riesgo de una brecha de izquierda más amplia.

“La posibilidad de una moción vacante sería remota si el gobierno fortaleciera la protección legislativa a través de una alianza parlamentaria con fuerzas centrales de ideas afines”, dice Meléndez.

– Promotores al acecho –

Castillo está en el centro de tres escándalos, de presunta injerencia en los ascensos militares y en la adjudicación de contratos públicos, que lo debilitan frente a sus detractores.

El 28 de diciembre testificará ante la Fiscal General de la República, Zoraida Ávalos, sobre la cuestión militar. Por este caso dimitieron el ministro de Defensa, Walter Ayala, y el secretario de la Presidencia, Bruno Pacheco.

Parte de la oposición ha intentado sin éxito impulsar un proceso político con la intención de destituir a Castillo por este tema. Sin embargo, las nuevas acusaciones están alimentando la próxima crisis.

Los fiscales también están investigando la adjudicación de un contrato entre Heaven Petroleum Operators y la estatal PetroPerú.

El fiscal general denunció al presidente por patrocinio presuntamente ilegal y tráfico de influencias en la adjudicación de un proyecto de carretera en la selva.

“Me niego categóricamente a participar en delitos”, tuiteó Castillo el martes.

Su desaprobación pasó del 46% en septiembre al 58% en diciembre, el nivel más alto en cinco meses en el cargo.

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Alejandra Camero

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