Cuero ya era rey, pero en términos de Copa Mundialde hecho, solo había uno, el de 1958, cuando el pequeño entraba en el tercer partido y pintaba y bordaba en Suecia.
Cuatro años después, en Chile, se lesionó en el segundo partido y fue reemplazado por Amarildo. En 1966 tuvo un papel menor en el fiasco doméstico, en el Mundial ganado por Inglaterra y en el que brilló Eusébio.
En 1970, con 29 años, el mejor del mundo tuvo la oportunidad -dice el cliché- de terminar su carrera con el maillot amarillo con la llave de oro. Y eso es lo que pasó.
Decisivo en la clasificación, Pelé pasó un momento complicado con el técnico João Saldanha. Expresó su descontento con la formación del equipo, un 4-2-4, con sólo Piazza y Gerson en el centro. El entrenador dijo que estaba “ciego”, según un examen que reveló miopía leve.
soldanha izquierda, Zagallo tomó el relevo, cambió el esquema, pero el equipo se fue de Brasil bajo los abucheos. Pronto se trocarían con vítores de goles y festejos en las calles.
Ya en el debut ante Checoslovaquia, tras llevarse un preocupante 1-0, el equipo giró 4-1.
Pelé anotó un gol de as, matando un balón largo de Gerson al pecho. Y sorprendió al mundo cuando intentó marcar un gol desde el centro del campo, atrapando al portero temprano, un movimiento que otros jugadores menos inspirados completarían con éxito más tarde.
Fue el primero de cuatro inolvidables “casi goles” del Rey en aquella copa.
Dos más llegaron en el partido contra Uruguay, cuando golpeó por primera vez un balón al que Mazurkiewicz devolvió mal. Después, todavía le aplicó esa desconcertante finta al gran portero de Celeste y pateó fuera, cerca del larguero.
El cuarto fue el increíble cabezazo de arriba abajo en el durísimo enfrentamiento con los ingleses, entonces campeones del mundo, que proporcionó al portero Gordon Banks una defensa de antología.
Si no marcó en esos cuatro buenos momentos, el eterno 10 de Brasil también ha puesto el balón en el hilo en cuatro ocasiones, la más destacada fue su cabezazo fulminante en la final contra Italia, que abrió el marcador de 4 a 1.
Dos asistencias preciosas para sus compañeros también vinieron de los pies del as: en la exquisita jugada que derivó en el gol de Jairzinho contra Inglaterra, en la que Tostão nos regaló un regate desconcertante sobre un rival; y en el gol de Carlos Alberto que acabó con las pretensiones italianas.
En ese equipo que muchos consideran el mejor de todos los tiempos, Pelé fue el gran protagonista. Si ya era una leyenda, dejó los pastizales de México como un dios del fútbol.
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