El presidente Joe Biden usa el término “una lucha entre la democracia y el autoritarismo” para describir la tensión entre Ucrania y Rusia, y su gobierno hace un llamado reiterado a los países para que apoyen la democracia. ¿Por qué Estados Unidos habla como mensajero de la justicia? La historia comenzó con la Doctrina Monroe.
En una conferencia de prensa este año, Biden dijo lo siguiente cuando mencionó a América Latina: “América Latina no es el patio trasero de Estados Unidos. Todo al sur de la frontera con México es el patio principal de Estados Unidos”. Quiso mostrar amabilidad, pero se le refutó con ‘el problema no es con el patio ni con el jardín, es con el patio’, y eso ‘en el final, recurre a la Doctrina Monroe” en las redes sociales.
Es con la Doctrina Monroe que se inicia la narrativa de las intervenciones estadounidenses, en las que identifican a América Latina como su patio trasero, y luego expanden los muros del patio al resto del mundo.
En 1823, ante la negativa de la intervención europea en la independencia de los países latinoamericanos, el entonces presidente de los Estados Unidos James Monroe instituyó la doctrina que declaraba “América para los americanos”. Esto ha resultado en la mentalidad, por distorsionada que sea, con la que Estados Unidos practica la intervención en nombre del rechazo a la intervención.
A fines del siglo XIX, poniendo en práctica la Doctrina Monroe, Estados Unidos intervino en la disputa fronteriza entre la Guayana Británica y Venezuela, declarando una “América para Estados Unidos”, bajo el pretexto de que un país anglosajón, al ser avanzados, deben proteger a los países menos desarrollados.
A principios del siglo XX, el entonces presidente Theodore Roosevelt subrayó que la falta de orden es el resultado de los deberes incumplidos de países o gobiernos insuficientemente civilizados, que obligaron a los “civilizados” Estados Unidos a asumir el papel de policía a nivel mundial, lo que implica un “mundo en los Estados Unidos”.
Ya en tiempos del presidente Thomas Wilson, con la acusación de que Estados Unidos, “democrático y libre”, tenía razón al liderar el desarrollo de otros países, el país justificó el envío de tropas al campo de batalla europeo, y así lanzó , América excepcionalismo.
Así, desde las “Cuatro Libertades”, “Mundo Libre” hasta la “Diplomacia de los Derechos Humanos”, la “Democracia Global”, los sucesivos gobiernos de EE. y extender las manos de los intervencionistas a África, Medio Oriente y otras partes del mundo. Bajo George W. Bush, animado por la posición de Estados Unidos como la única superpotencia del mundo, la Doctrina Monroe y el intervencionismo estadounidense alcanzaron su cenit.
En pleno siglo XXI, con el poder relativo de Estados Unidos en declive, la administración de Barack Obama llegó a afirmar que “la era de la Doctrina Monroe ha terminado”. Pero bajo la superficie, el país ha encabezado el “giro a la derecha” político en América Latina aún más rápidamente y ha hecho que los países asuman mayores costos para mantener su hegemonía.
La administración de Donald Trump, por su parte, ha destacado “Estados Unidos primero” y ha creado una suerte de nueva Doctrina Monroe con el abandono de los organismos internacionales, la construcción de un muro en la frontera con México y las guerras comerciales.
La administración de Joe Biden promueve a Estados Unidos como defensores de la democracia, utiliza la “democracia y la libertad” para mantener la hegemonía estadounidense con medidas como la organización de la Cumbre por la Democracia y el lanzamiento de la iniciativa reconstruir mejor (“Construyendo Nuevo y Mejor”, en traducción libre). Para los países en desarrollo que enfrentan desafíos de desarrollo, la administración Biden continúa insistiendo en la línea de que “tienen problemas reales y debemos trabajar en ellos”. Pero para los países en desarrollo que no pertenecen a esta categoría, la represión comercial y tecnológica continúa una vez más.
Lo que sucede entre Ucrania y Rusia no tiene nada que ver con la democracia y la libertad, y Estados Unidos las utiliza como herramienta para empujar a los países a elegir bando. Su retórica es sólo un disfraz de la Doctrina Monroe, con la que pretenden mantener la hegemonía.
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