Al contrario de lo que la Biblia nos ha hecho creer durante mucho tiempo y de lo que creen nuestros ministros y empresarios, la Naturaleza no nos pertenece: somos nosotros los que le pertenecemos a Él y es Ella quien nos da la vida.
Mientras nuestros antepasados vivían en estrecho contacto con la tierra, el mar, los animales y el bosque, hoy nos preocupa más el desarrollo económico, el progreso tecnológico, el trabajo, los salarios, los tanques, las computadoras, el entretenimiento, la salud, las escuelas, el transporte y las ciudades con respecto a lo que sucede con nuestros bosques, bosques, ríos, tierras de cultivo, peces, animales y personas. Sin embargo, el aire que respiramos, el agua que bebemos, la tierra y los animales que nos alimentan, la madera que nos acoge, los materiales que alimentan nuestras fábricas, la cultura de los pueblos son esenciales para nuestra supervivencia y para nuestra felicidad a cada paso. día. Tenemos que admitirlo: con todas nuestras tecnologías y artilugios, nos estamos alejando cada vez más de la Naturaleza.
Y precisamente, en este período, las noticias están lejos de ser buenas por parte de la Naturaleza. A fuerza de extraer cada vez más, consumir cada vez más, usar cada vez más químicos, rechazar cada vez más contaminantes y desechos, quemar cada vez más petróleo, crear cada vez más desigualdades entre los individuos y los pueblos, según los expertos, estamos provocando el calentamiento global, la muerte de suelos y océanos, la escasez de recursos no renovables, la destrucción de la vida vegetal y animal y un desequilibrio de la Naturaleza y la sociedad tal que la supervivencia de la propia especie humana ya no estaría asegurada si continuamos a este ritmo.
Al igual que el caribú de los bosques, que está desapareciendo porque nuestras plantaciones de madera y abetos han destruido su hábitat natural, estamos destruyendo nuestro propio hábitat. Se habla de una posible sexta extinción masiva de vida en la tierra, habiendo sido las otras cinco provocadas por explosiones volcánicas, o glaciaciones o meteoritos gigantes del espacio, como el que cayó sobre México hace 65 millones de años, que habrían provocado la pérdida del 50 % de las especies vivas, incluidos los grandes dinosaurios: esta vez somos responsables de nuestra propia pérdida.
La Tierra es solo un pequeño planeta entre otros (40.000 km de circunferencia), que gira alrededor de nuestro Sol, que en sí mismo es solo una simple estrella entre miles de millones de otras estrellas que brillan en el cielo por la noche. Mais notre planète, qui est pourtant faite des mêmes eléments que tout ce qui existe dans l’Univers, est la seule connue à ce jour où toutes les condition sont réunies pour allow the développement de la vie, et surtout, de la vie intelligent et gratis. Gracias a su capacidad de captar la energía solar (fotosíntesis), los bosques y las plantas se encuentran en el centro del ciclo del carbono, el suelo, el agua y el oxígeno indispensables para la vida.
Desafortunadamente, parecemos lo suficientemente inteligentes como para saber cómo usar la naturaleza, pero no lo suficientemente inteligentes como para protegerla.
Estamos hechos de polvo de estrellas, dice el gran astrofísico Hubert Reeves. Todavía hay tiempo para reaprender a cuidar de nuestra Madre Tierra azul y verde, que se nos apareció tan pequeña desde el espacio. Y no es el primer paso que cada uno de nosotros debe dar para restablecer un contacto íntimo con la Naturaleza que nos rodea, de la que estamos hechos y de la que somos íntimamente parte. Cada árbol, cada arroyo, cada bosque, cada animal, cada ser humano, cada pueblo es precioso, tiene derecho a existir y debe poder florecer en este Universo maravilloso que abarca todo lo que existe.
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