“Adelante y arriba” era la frase que el físico Claudio Zaki Dib le repetía a menudo a su esposa Dora Abreu Dib, de 87 años. Incluso durante los 14 años que estuvo en tratamiento contra el cáncer, se mantuvo optimista.
Tercero de cuatro hijos de un comerciante y ama de casa, Claudio es de la primera generación de la familia nacida en Brasil, sus padres emigraron de la ciudad de Homs, ahora parte de Siria.
Alumno del Colégio Bandeirantes, una de las escuelas más tradicionales de São Paulo, todavía se interesaba por la ciencia, la lectura y la música en la escuela.
Claudio es licenciado en física y doctorado por la USP.
La tesis doctoral fue la primera en América Latina en discutir la educación física. El contenido se transformó en un libro, publicado en Brasil y México.
Por invitación de Mário Schenberg (1914-1990), director del Departamento de Física de la USP de 1953 a 1961, Claudio se convirtió en profesor asistente. En la universidad, también concibió y coordinó la carrera de educación física, en la que trabajó durante 50 años.
De 1957 a 1958, Claudio también trabajó en la división de física nuclear del Instituto de Energía Atómica de São Paulo y, a los 23 años, participó del equipo encargado del montaje y calibración del reactor atómico de la USP.
En la década de 1960, participó en un proyecto piloto de la Unesco (el brazo de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura) que presentó nuevas formas de enseñar física.
Durante 15 años dirigió el área didáctica del Centro Latinoamericano de Física. Ha estado como profesor invitado en diversas universidades de América Latina y ha dictado cerca de 40 cursos sobre el tema.
Claudio también creó una empresa de consultoría para el desarrollo de proyectos educativos y de formación empresarial, que aún hoy existe.
Formó parte de las juntas directivas del Clube Homs, la Cámara de Comercio Árabe-Brasileña y Fearab (Federación de Entidades Árabes Brasileñas) Brasil.
Defensor de los palestinos, Claudio siempre ha enseñado a sus hijos la importancia de defender a los pueblos oprimidos.
“Era un padre maravilloso, un ídolo para la familia. Se preocupaba por dar la mejor educación, fomentar la lectura y viajar”, dice la historiadora e investigadora de inmigración sirio-libanesa Heloisa Abreu Dib Julien, de 62 años, su hija.
Claudio Zaki Dib murió el 21 de mayo a la edad de 88 años. Deja atrás a su esposa Dora, con quien lleva casado 63 años, dos hijas, un yerno y dos nietos.
column.obituario@grupofolha.com.br
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