El huracán Otis azotó el balneario de Acapulco, en el Pacífico, causando grandes daños y dejando un rastro de destrucción. Según información del gobierno mexicano, al menos 27 personas han perdido la vida y otras cuatro siguen desaparecidas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que el gobierno se compromete a restablecer la electricidad y comenzar los trabajos de limpieza.
Considerado uno de los huracanes más poderosos jamás registrados en el país, Otis de categoría 5 devastó la región sur de México, dejando a Acapulco prácticamente incomunicado. Se inundaron carreteras, se arrancaron tejados de casas y hoteles y se cortaron las comunicaciones, lo que dificultó a las autoridades evaluar los daños. La falta de servicios de electricidad y teléfono también obstaculizó los esfuerzos de socorro.
Según agencias internacionales, para ayudar en las operaciones de limpieza, aproximadamente 8.400 miembros del ejército, la fuerza aérea y la guardia nacional han sido enviados a Acapulco y la región. Las clases han sido canceladas por segundo día consecutivo en todo el estado y las autoridades están trabajando para restaurar la electricidad y reiniciar las bombas de agua potable en la ciudad.
La eléctrica estatal mexicana, CFE, ha movilizado a más de 1.300 empleados para restablecer el suministro eléctrico. La noche del miércoles 26, aproximadamente 300.000 personas seguían sin electricidad. El Aeropuerto Internacional de Acapulco tuvo que ser cerrado debido a la destrucción de la torre de control, lo que interrumpió las telecomunicaciones.
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