Este lunes por la mañana (29) se inauguró -ya por la tarde, hora de Brasilia- la 16ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 16), que debería reunir en las próximas dos semanas en Cancún, Brasil, a 20.000 representantes de más de 190 pueblos. Sur de México.
El objetivo de la conferencia es avanzar en las negociaciones sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como formas de reducir o abordar los efectos del cambio climático.
Las expectativas para la COP de este año son mucho más modestas que las depositadas en la última edición, celebrada en 2009, en Dinamarca. Sin embargo, la apertura tuvo un tono esperanzador.
“Estoy convencida de que dentro de 20 años admiraremos el tapiz de políticas que hemos tejido”, afirmó la costarricense Christiana Figueres, quien reemplaza a Yvo de Boer en la secretaría ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). en la inauguración del evento, comparando el encuentro con la artesanía indígena.
Clima y pobreza
El presidente anfitrión, Felipe Calderón, llamó a que el diseño de políticas climáticas internacionales tenga en cuenta también la reducción de la exclusión social. “Es posible lograr el desarrollo sostenible y reducir la pobreza al mismo tiempo”, afirmó.
“El cambio climático ha empezado a pesarnos por los errores fatales que hemos cometido contra el medio ambiente”, recordó Calderón, invitando a continuación a los negociadores presentes a no pensar sólo en los países que representan: “Recordemos que aquí somos responsables de miles de millones de seres humanos en el futuro.”
Expectativas reducidas
Hablado principalmente en español –y no en inglés, como había sido el caso en Copenhague– el evento de apertura fue una demostración de que esta COP debería ser más pequeña en todos los sentidos. No se espera que en Cancún se apruebe un amplio acuerdo global para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y mucho menos que sea vinculante (con cumplimiento obligatorio por parte de los signatarios).
Entre 20 y 30 jefes de Estado han manifestado su interés en participar en la parte final de la conferencia, denominada de “alto nivel” (la primera parte, que se celebra esta semana, es más técnica y en ella participan diplomáticos, no altos representantes de los países). gobiernos).
Reducir las expectativas podría ser la clave para avanzar en los procesos definidos por la COP 15. Tomemos por ejemplo la conferencia sobre biodiversidad celebrada en octubre (COP 10), en Japón, de la que poco se esperaba, y donde sorprendentemente se presentó un paquete de medidas para frenar la destrucción de la biodiversidad, incluido un protocolo internacional de normas sobre el uso de recursos genéticos.
La COP 15, en Copenhague, terminó con un tratado sin compromisos muy específicos por parte de los países ricos, principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo ahora es que se profundicen las “buenas intenciones” expresadas en el vago documento formulado en Dinamarca. Se espera, por ejemplo, definir cómo los países ricos abrirán sus billeteras para materializar el prometido fondo climático de 30 mil millones de dólares a corto plazo y 100 mil millones de dólares a largo plazo, destinado a financiar proyectos de reducción de emisiones en los países pobres.
Protocolo de Kyoto
Otro tema importante de Cancún será la renovación de los objetivos asumidos por los países ricos (excepto EE.UU.) dentro del Protocolo de Kioto, con el que se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 5% para 2012 respecto a las fijadas en 1990. El acuerdo expira en 2012 y, por ahora, no hay nada que lo sustituya. Como informa Itamaraty, el tema es fundamental para los países en desarrollo, que ven el Protocolo como un modelo a mantener. Hay consenso entre estas naciones, que como grupo defienden la permanencia de este acuerdo.
Estados Unidos, que no ha ratificado Kioto, una vez más no debería asumir objetivos ante la comunidad internacional. Y, con la composición más conservadora del Congreso estadounidense formada en las elecciones legislativas de este año, la expectativa es que el país no avance en la aprobación de medidas para reducir las emisiones en los próximos años.
Para Brasil, que tiene la mayor selva tropical del planeta, es importante continuar el debate sobre la reducción de las emisiones resultantes de la deforestación y la degradación (el llamado REDD). Este sistema permitirá a los países ricos compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero pagando a los países en desarrollo para que conserven sus bosques.
La ministra de Medio Ambiente, Izabella Teixeira, quien asumirá el mando de la delegación brasileña en el segmento de alto nivel de la COP 16, defendió recientemente el papel del país como “facilitador y agregador” en la conferencia. ”Brasil está haciendo sus deberes. Esto nos da las condiciones políticas para cargar [dos demais países] resultados y acreditación política para dar cabida a las divergencias y fomentar la convergencia”, dijo a los periodistas el pasado viernes (26).
Como recurso para fortalecer la posición de Brasil en la conferencia, el país presentará durante el evento la nueva tasa de deforestación en la Amazonía, la más baja de los últimos 21 años.
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