Los familiares de 10 trabajadores que quedaron atrapados durante más de 36 horas tras el derrumbe de una precaria mina de carbón en México trataron de mantener la esperanza el viernes (5), pero también se quejaron de las peligrosas condiciones laborales de sus seres queridos. Jesús Mireles Romo, de 24 años, fue uno de los primeros en llegar al lugar del accidente, ante las autoridades. Su padre, José Luis, es uno de los trabajadores varados en Sabinas, un municipio de Coahuila, en el noreste de México.
“Estoy desesperada, no sé qué está pasando. ¿Cuándo lo volveré a encontrar?”, dijo a la AFP sin contener las lágrimas. Mireles y otros familiares acompañaron durante la noche el arduo y apresurado trabajo para liberar a los empleados. Esperaban noticias en las afueras de la excavación, de unos 60 metros de profundidad, que se derrumbó repentinamente tras ser inundada por tres pozos conectados al túnel.
“Aquí el tiempo es muy importante, estamos muy enfocados en poder salvar a los mineros lo antes posible”, dijo Laura Velázquez, coordinadora nacional de Protección Civil, durante la conferencia diaria del presidente Andrés Manuel López Obrador. “Deseo con toda el alma que los mineros se salven”, expresó el mandatario. “No podemos perder la fe y la esperanza”, dijo dirigiéndose a las familias de los trabajadores.
A la esperanza
Camiones de la empresa estatal de energía CFE iluminan el área de la mina, donde 234 funcionarios del gobierno trabajan contrarreloj para liberar a los trabajadores. Mireles no se ha movido del sitio desde el miércoles y, junto a sus dos hermanos, trató de ayudar a las víctimas antes de que llegaran los servicios de emergencia. “Es doloroso ver a tus hijos que no pierden la esperanza de volver a ver a su padre”, dijo Claudia Romo, madre de Jesús, de 45 años.
Blasa Maribel Navarro también esperaba tras el perímetro de seguridad formado por agentes de la Guardia Nacional. Su primo Sergio Cruz, de 41 años, trabajaba en la mina desde hacía dos meses, pero desde hacía varios años en el peligroso oficio de la minería del carbón, para mantener a sus dos hijas. “Es que siempre hay precariedad laboral”, lamentó, manteniendo viva la esperanza de encontrarlo con vida nuevamente.
La mina está ubicada 1,130 km al norte de la Ciudad de México, en la región carbonífera del estado de Coahuila. Tras el derrumbe, cinco mineros lograron salir y fueron trasladados al hospital, dos de ellos ya siendo dados de alta, dijo Velázquez. En las obras se utilizan ocho bombas de extracción y se prevén más equipos para agilizar los trabajos, informó el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme.
riesgo y necesidad
La mina que colapsó es del tipo denominado “pocito”, muy utilizada para extraer carbón en Coahuila. Son infraestructuras artesanales, muchas veces peligrosas para quienes trabajan en ellas.
“Excavan un pozo de dos metros de circunferencia y siguen excavando hasta llegar a una pequeña capa de carbón”, explicó a la radio local el ingeniero metalúrgico Guillermo Iglesias. Según él, este tipo de obras no cuenta con una infraestructura concreta para proteger a los trabajadores de derrumbes, como una mina industrial. Lo único que sostiene la tierra suele ser un cilindro de plástico gigante, a través del cual ingresan los trabajadores, agregó.
El gobernador Riquelme explicó que los mapas de las minas estaban desactualizados. “No teníamos idea de su condición”. En junio de 2021, siete mineros fallecieron tras el derrumbe de otra mina de carbón en la región de Múzquiz, también en Coahuila, principal productor del mineral en México.
El accidente minero más grave de la región ocurrió el 19 de febrero de 2006, cuando una explosión de gas en la mina Pasta de Conchos mató a 65 trabajadores. Solo se recuperaron dos cuerpos. (AFP)
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