En México como aquí, mismo objetivo – 13/04/2022 – Maria Hermínia Tavares

El domingo 4/10 se pidió a los mexicanos que expresaran su opinión si querían que el presidente Andrés Manuel López Obrador los siguiera gobernando hasta las próximas elecciones, en 2024. Conocido como referéndum revocatorio, la consulta sobre la revocación del mandato ha sido convocado por el propio presidente. , también responsable, en 2019, de la reforma que incluyó la democracia directa en la Constitución.

Los analistas creen que no fue más que una maniobra de AMLO, como saben sus conciudadanos, para demostrar que cuenta con el apoyo de la vía para impulsar cambios constitucionales que le permitan someter más fácilmente a su voluntad a las instituciones democráticas, allanando el camino, entre otros. otras cosas, sobre su reelección.

Ni 2 de cada 10 mexicanos participaron en la puesta en escena del representante, desinflando la maniobra. Pero la ocasión sirvió para acentuar la campaña de desprestigio del INE (Instituto Nacional Electoral), encargado de organizar la consulta y garantizar su imparcialidad.

Así, una vez conocidos los resultados, AMLO atribuyó el fracaso de su traslado a la supuesta incompetencia y mala fe de la organización y prometió una reforma electoral que, entre otras cosas, cambiaría la composición del instituto.

En México, la creación en 1987 de una autoridad electoral independiente, el IFE (Instituto Federal Electoral), para supervisar el voto nacional, fue decisiva para la democratización del sistema político dominado desde la década de 1930 por un partido hegemónico: el PRI (Revolucionario Institucional). Partido), que no perdió las elecciones y controló la máquina estatal corrupta y sumisa. El nombre lo dice todo. El “dedazo” -la nominación, por parte de la oligarquía priísta, del candidato presidencial destinado a la victoria- fue la institución más destacada de este simulacro de democracia.

La experiencia positiva del IFE ha significado que el ámbito de su jurisdicción se haya ampliado para incluir la supervisión de todas las denuncias realizadas en el país. Así nació el INE, en 2014. Destruirlo parece ser el objetivo del presidente.

El guión seguido por AMLO es parte de lo que han vivido, con menor o mayor éxito, los gobernantes populistas de todo el mundo. El objetivo es erosionar la democracia distorsionando sus reglas, desmantelando los instrumentos de control sobre los gobernantes y sembrando sospechas sobre el mecanismo que la hace única: elecciones periódicas, competitivas, libres y justas.

Cualquier parecido con los irrazonables ataques de Bolsonaro al voto electrónico y el continuo acoso de Planalto al TSE (Tribunal Superior Electoral) no es casual. Es el modus operandi populista de fusilar la democracia.


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Alejandra Camero

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