En esas elecciones, el partido del presidente Nicolás Maduro obtuvo el 92% de los escaños en la Asamblea Nacional (el nombre oficial del Parlamento). Una victoria aplastante contra un pequeño grupo de miembros de la oposición calificados por la abrumadora mayoría del bloque antichavita como vendidos al gobierno.
La otra ofensiva del gobierno fue contra partidos de izquierda tradicionalmente aliados como Patria para Todos (PPT), Tendencias Unificadas de Integración al Movimiento de Acción Revolucionaria Organizada (Tupamaro) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV).
Estos subtítulos pasaron a las urnas de la coalición Alianza Popular Revolucionaria (APR) y, a pesar de obtener solo un diputado, se convirtieron en la principal voz de protesta contra el gobierno de Chávez durante ese año.
APOYO COLOMBIANO.
Tras las elecciones, los exdiputados que formaron mayoría en la legislatura desde 2016 hasta el 5 de enero de 2021 han lanzado una campaña para deslegitimar la nueva composición del Parlamento.
En los 12 meses que han transcurrido desde las últimas elecciones parlamentarias, la nueva Asamblea Nacional ha recibido varios consentimientos, uno de los cuales sorprende especialmente: el del Senado colombiano.
El 20 de octubre, el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, anunció que había recibido una carta del presidente del Senado del vecino país, Juan Diego Gómez, en la que se decía que la Cámara había aprobado por unanimidad una propuesta de crear una comisión bilateral para trabajar en la normalización de las relaciones diplomáticas bilaterales.
En el corazón legislativo de Colombia, cuyo gobierno es uno de los principales partidarios del exdiputado Juan Guaidó -quien incluso ha llegado a proclamarse presidente interino de Venezuela- ha surgido un fuerte respaldo a la legitimidad de la Asamblea Nacional.
Rodríguez, muy feliz, respondió con otra carta, en la que dijo que el parlamento venezolano está “totalmente preparado” para iniciar el proceso propuesto. Sin embargo, se ha congelado la creación de una comisión a tal efecto, sin fecha en el horizonte para las primeras reuniones.
NEGOCIACIÓN Y NUEVA CNE.
Quizás el paso más importante en el período de un año desde las elecciones fue el inicio de un proceso de diálogo con la oposición liderado por el propio Rodríguez, a pedido de Maduro. Una negociación que se estancó tras la extradición del empresario colombiano Alex Saab – presunto testaferro del presidente – de Cabo Verde, donde estaba preso, a Estados Unidos.
Tras este diálogo, celebrado en México, la Asamblea Nacional de Venezuela nombró en mayo un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), en consonancia con sus funciones constitucionales.
Sin embargo, este nuevo organismo electoral no está integrado exclusivamente por simpatizantes del gobierno. Tiene tres chavistas y dos miembros de la oposición, lo que es la mayor señal hasta ahora de buenos contactos entre partidos y un estímulo para que los detractores de Maduro participen en las elecciones regionales del 21 de noviembre.
Además de estas concesiones en diálogo, el control de la Asamblea Nacional por parte de los herederos políticos del expresidente Hugo Chávez ha facilitado sin contratiempos la aprobación de todos los proyectos de ley del gobierno.
El ejemplo más significativo fue la aprobación de un paquete de reformas como parte de la llamada “revolución judicial” impulsada por Maduro y liderada por el segundo líder chavista en importancia, Diosdado Cabello. EFE
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