El asesor de Joe Biden y el presidente de la Asamblea Nacional venezolana representaron a las naciones. (Foto: Reproducción)
El presidente de la Asamblea Nacional venezolana, Jorge Rodríguez -brazo derecho del presidente del país, Nicolás Maduro- y el asesor del presidente estadounidense, Juan González, se reunieron hace tres semanas en Doha, Qatar. Fuentes oficiales confirman que la reunión se desarrolló sin la presencia de mediadores ni de terceros.
Qatar ha ganado un papel inesperado en la mediación entre la Casa Blanca y el gobierno de Maduro. Además de acoger este encuentro, el país árabe se ha movido para interceder en los contactos entre ambos países. Pese a la urgencia de organizar elecciones con garantías en 2024, la frialdad es absoluta. La monarquía encabezada por la familia Al Thani ha ocupado el espacio dejado por Colombia que, tras comprometerse de lleno en los primeros meses del Gobierno de Gustavo Petro, ha comenzado a sacar el tema de su lista de prioridades de política exterior.
Rodríguez y González, asesor para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., se reunieron para establecer un canal directo de comunicación, según las mismas fuentes oficiales. En el encuentro se abordó la liberación de los presos y la necesidad de normalizar la vida política en Venezuela, lo que por el momento parece lejano.
Este tipo de reuniones es común en procesos complejos como el de Venezuela y su relación con Estados Unidos, pero suele mantenerse en secreto para que no haya interferencias en el diálogo. Ni Rodríguez ni González declinaron comentar sobre el asunto.
Sin fecha de elección
Las posiciones de Venezuela y Estados Unidos están muy alejadas. Maduro no ha fijado una fecha para las elecciones generales, cuando, en teoría, debería haber un candidato de la oposición que podría postularse para presidente. La renuncia del Consejo Nacional Electoral dificultó la realización de las primarias opositoras. Caracas también pide la liberación de Alex Saab, el empresario colombiano aliado de Maduro, juzgado en EE.UU. por lavado de dinero y corrupción y a quien el chavismo considera un diplomático venezolano.
La Casa Blanca interpretó estos gestos como un desafío del gobierno venezolano y una clara demostración de que no cede ante las presiones internacionales para democratizar el país.
El argumento de Maduro para mantener una posición firme es que Estados Unidos no ha levantado las sanciones económicas que pesan sobre el gobierno del país -y a las que señala como responsables de la profunda crisis que enfrenta Venezuela desde hace siete años-.
“Si quieres elecciones libres, queremos elecciones libres de sanciones”, dijo Maduro en noviembre. La afirmación da lugar a una segunda interpretación. El chavismo también acusa al gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, de no haber liberado los fondos venezolanos congelados en el exterior -entre 3 y 5 mil millones de dólares- como había negociado con la oposición en la mesa de diálogo en México, a fines del último año. Ese dinero, que iría a parar a un fondo administrado por la ONU, sería un bienvenido alivio a la grave crisis económica venezolana.
Sin embargo, el gobierno estadounidense cree que Maduro, habiendo mostrado su disposición a negociar, ahora muestra impasibilidad. Otros países son de la misma opinión. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el propio Petro, le han pedido que fije la fecha de las elecciones para facilitar las negociaciones internacionales, pero esto no ha sucedido y no parece que vaya a suceder a corto plazo.
Washington hizo una concesión al darle a Chevron una licencia para operar en suelo venezolano. El visto bueno para el productor de petróleo tuvo a los más optimistas creyendo que el camino estaba abierto para el progreso de ambos lados, pero el optimismo no se ha concretado en la realidad. Nada ha avanzado en los últimos seis meses.
Maduro no tiene intención de ceder terreno ni de facilitar un camino. En los últimos meses ha recuperado su autoridad interna y sede diplomática. Luego de años sin salir del país, se presentó en algunas cumbres internacionales y regionales. La situación económica ha superado el momento más grave vivido hace dos años, con ganancias petroleras y cierta liberalización económica, aunque el crecimiento alcance a pocos venezolanos. Con todo esto, el presidente ha reforzado las demandas en el marco de negociaciones políticas con la oposición.
El panorama no es nada alentador. Las conversaciones con la oposición en México están paralizadas desde noviembre y el chavismo se niega a retomar el diálogo. Ahora Maduro pide la revocación total y no progresiva de las sanciones -como se había acordado previamente- para retomar las negociaciones. En el punto álgido del impasse, la reunión tuvo lugar en Qatar, un lugar inesperado. La reunión secreta, ahora revelada, presupone el establecimiento de un puente, aunque sea mínimo, entre las dos partes, donde, actualmente, reina la desconfianza. Aún no se sabe cuáles serán los resultados del intento de aproximación.
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