Como activista estudiantil en la década de 1980, tanto física como política, Sheinbaum siempre proyectó seriedad y concentración. Con un rostro imperturbable, rara vez sonreía. Para verla sonreír o divertirse hay que mirar fotos o vídeos familiares antiguos.
La campaña presidencial, sin embargo, reveló a una mujer cariñosa y sonriente, que repartió besos y abrazos a miles de seguidores y defendió apasionadamente el proyecto del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador.
“No estoy aquí sola. Estamos todas aquí”, dijo Sheinbaum a las mujeres en su discurso de victoria, en el que prometió “estar a la altura de nuestra historia”.
Guillermo Robles, uno de sus compañeros de la Maestría en Ingeniería Energética de la UNAM en 1987, recuerda que ella era reservada. “Ni ella ni yo queríamos socializar con todos”.
Luego, Sheinbaum completó un doctorado en ingeniería ambiental en la UNAM, para el cual realizó investigaciones durante cuatro años en Estados Unidos, y formó parte del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC), que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2007.
El magnetismo de esta joven de origen judío radicaba en sus creencias de izquierda que la convirtieron en miembro del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), afirma Robles.
“Fanático de Internet. Orgulloso experto en redes sociales. Experto en viajes. Aficionado a la cerveza. Académico de la televisión. Introvertido incurable”.