Publicado el 25/11/2023, a las 09:31 archivo personal Grabado por Mariana De Siervi
Un cachorro llamado Apollo, de raza Yorkshire, fue entregado el pasado 11 de noviembre a una empresa especializada en el transporte de animales para un viaje en avión a Estados Unidos. Según los informes, la mascota de dos años pasó las vacaciones con su familia en Miami, Florida. Sin embargo, tras abordar terminó desapareciendo en la frontera con México.
La dueña del perro, Luana Camargo, de 31 años, de Sao Paulo, recibió una llamada telefónica informándole que su mascota había desaparecido en la frontera con México. Había pagado alrededor de R$ 12.000 para que el Apollo volara legalmente desde Sao Paulo a Texas y luego a Florida.
Sin decírselo a Luana, la empresa a cargo había intentado llevar al perro a través de la frontera mexicana utilizando un coyote (término utilizado para describir a los contrabandistas que transportan inmigrantes ilegalmente a los Estados Unidos) y había estado desaparecido durante 10 días.
“Traficaron, coyotaron o lo que sea con mi perro”, dijo el dueño en entrevista con Metrópole.
Cuando Luana decidió viajar al extranjero con su perro, descubrió que debía cumplir una serie de requisitos. El animal requería pasaporte, certificado sanitario, cartilla de vacunación actualizada e implantación de microchip.
Buscó empresas especializadas en el transporte de mascotas y encontró a Carriage, entre cuyos socios se encuentra Bruno Kapfenberger, un adiestrador de perros con 86 mil seguidores en Instagram y 50 mil suscriptores en su canal de YouTube.
“Investigué un poco sobre Bruno, vi en las redes sociales que ya había aparecido en los medios, en la televisión, hablando de adiestramiento canino. Ha sido seguido por personas influyentes y es una persona en la que puedes confiar. No era la solución más barata, pero pensé en enviarla de todos modos porque cubría todas mis necesidades, desde la documentación hasta el envío del perro”, dijo Luana.
El primer contacto con la empresa se produjo en septiembre de este año. The Guardian informó que los empleados dijeron que tenían una oficina de apoyo en Houston, Texas, que facilitó los procedimientos para que el Apollo entrara y permaneciera en suelo estadounidense. Convencida, pagó R$ 12.000 por el servicio.
El acuerdo con la empresa preveía que Apollo partiera desde Brasil, en avión, hasta Houston, donde se prepararía la documentación del perro. Posteriormente el animal se habría dirigido, nuevamente en avión, a Miami, donde vive la hermana de Luana y donde tenía intención de pasar las vacaciones de fin de año.
Luana fue mal informada sobre sus datos de embarque debido a información contradictoria proporcionada por empleados de la empresa. Según su informe, dijeron que su perro tendría que someterse a una serie de pruebas veterinarias antes de embarcar, lo que podría afectar el momento exacto del envío al extranjero. Además, mencionaron la necesidad de rendir cuentas ante múltiples tutores, lo que resulta en una situación siempre agitada en el aeropuerto. Sin embargo, prometieron mantenerla constantemente informada.
El 11 de noviembre, Luana confía Apolo a un empleado de Carrozza. Al día siguiente, dice que recibió videos, fotos y mensajes que indicaban que su perro estaba camino al aeropuerto. Sin embargo, desde el momento en que se embarcó, la noche del día 12, comenzó su pesadilla.
“Mi infierno comenzó ese día. Desde entonces mi vida ha sido un desastre”.
A través de mensajes con los empleados, la dueña recibió información de que su perro había llegado a Houston y se encontraba bien. Pero el día 14 el propio Bruno Kapfenberger llamó para decir que el perro había desaparecido.
Según Luana, la versión inicial era que Apolo escapó por la puerta de la casa donde se hospedaba temporalmente en Houston. Afirma que esta historia ha cambiado varias veces y que se han dicho muchas cosas diferentes.
Al interrogar a Bruno y a los demás empleados para saber cómo ocurrió la fuga, Luana obtuvo nueva información, mensajes, videos e imágenes que describen el viaje del animal desde el momento en que salió de Brasil.
Durante una conversación, el tutor descubrió que Apolo había desaparecido en McAllen, una ciudad texana de 145.000 habitantes, situada en la frontera con México, que no estaba incluida en el itinerario de viaje original.
Uno de los empleados admitió que en realidad el perro había sido enviado a la Ciudad de México y sería transportado a Estados Unidos por vía terrestre, a través de un hombre llamado Alejandro Pacheco.
Cuando contactó a Alejandro, le informaron que Apolo había sido enviado en auto a Monterrey y que también había llegado en auto a McAllen, pasando por el estado mexicano de Tamaulipas.
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