Durante la construcción de la carretera Mante-Ocampo-Tula en el estado de Tamaulipas, México, los arqueólogos descubrieron un asentamiento humano de más de mil años de antigüedad. Los investigadores han encontrado dos cimientos circulares y más de una docena de entierros, lo que revela una diversidad de prácticas funerarias antiguas.
los descubrimientos fueron divulgadas en un comunicado del 9 de febrero por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien realizó excavaciones en la zona donde se encuentra un sitio denominado El Naranjo, en la región Huasteca.
Según el arqueólogo Esteban Ávalos Beltrán, se han identificado y explorado algunas construcciones de tierra con mampostería de piedra caliza y basalto. Hay cuatro montículos, el primero de los cuales tiene 30 metros de diámetro y el cuarto tiene 20 metros de diámetro.
En el interior de este último se descubrió un entierro formado por los huesos de tres individuos adultos, los cuales al ser enterrados estaban adornados con conchas y aretes de cuarzo verde, de 5 por 6 centímetros.
Otros restos humanos se encontraban en su mayoría en posición flexionada, sentada y dorsal. Entre ellos se encontraba un adulto enterrado en la pila de piedra caliza del Monte 1. Las prácticas funerarias fueron similares a las observadas en el sitio de Tamtoc, en San Luis Potosí, al sur del estado de Tamaulipas.
Según Beltrán, quien trabaja en campo con la ayuda de su colega Marco Méndez Bobadilla, algunos tipos de cerámica encontrados en el asentamiento y dos fases de construcción identificadas en el montículo 4 sugieren que El Naranjo probablemente estuvo activo en la fase final del Clásico. periodo (600-900 dC).
Sin embargo, el arqueólogo asegura que la ocupación en la zona se inició varios siglos antes, en la Fase Infiernillo (7,000 a. C.), que se asocia con las fases de domesticación de las plantas silvestres y el origen de la agricultura en México.
“Grupos locales y foráneos han desarrollado una cultura particular, evidenciada en su arquitectura y cerámica, entre otras características, lo que implica estudiarlos, no sin antes considerar que participaron de una dinámica social mayor entre los pueblos de la Costa del Golfo de Mesoamérica y norte de México”, observa Beltrán.
El investigador también señala que este proyecto es de suma importancia para la arqueología de Tamaulipas, ya que es uno de los hallazgos más relevantes de las últimas décadas, debido a la gran cantidad de información recuperada.
Para el especialista, lo interesante de El Naranjo es su ubicación, junto con otros sitios, en el norte de Mesoamérica, “en uno de los valles de la Sierra Madre Oriental, entre las Grutas de la Puente y el Cañón de La Servilleta, donde se encuentran característicos que siglos después, en el período posclásico (1200-1521 d. C.), se asociará a la tradición cultural huasteca”.
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