El período de campaña electoral ni siquiera ha comenzado, pero nada más se dice en los medios de comunicación, el tema que hace noticia es la disputa electoral de 2022. Los principales portales de noticias no son temas políticos, sino aquellos que tratan sobre delitos de gran trascendencia social. bullicio, escándalos o polémicas con personajes famosos, accidentes o grandes tragedias, etc. En este sentido, nos parece que los grandes medios, en sus respectivas líneas editoriales, están muy lejos del interés o desinterés de las masas hacia los partidos políticos. A pesar de ello, hemos visto muchos clérigos (obispos, sacerdotes y diáconos) a los que les encanta coquetear con grupos políticos e incluso con candidatos en estos periodos electorales. En estas elecciones altamente polarizadas, esto tiende a ser más recurrente y explícito. En efecto, vale la pena recordar la muy equilibrada enseñanza de la Iglesia, cuya misión es esencialmente religiosa y sobrenatural, ya que su ley suprema es la salvación de las almas.
El documento resultante de la Asamblea General de Obispos de América Latina y el Caribe, celebrada en la ciudad de Puebla (México) en 1968, expresa lo siguiente: “ya que tienen que preocuparse por la unidad, (los pastores) -serán de cualquier ideología política-partido que pueda condicionar criterios y actitudes. Tendrán así la libertad de evangelizar al político como Cristo desde un evangelio sin partidismos ni ideologizaciones. El Evangelio de Cristo no habría tenido tal impacto en la historia si no lo hubiera anunciado como un mensaje religioso. Los Evangelios muestran claramente que para Jesús fue más la tentación que alteró su misión como Siervo de Yahvé. No acepta la posición de quienes mezclan las cosas de Dios con actitudes puramente políticas” (Puebla 526). Y de nuevo: «Los sacerdotes, incluso los ministros de la unidad y los diáconos, deben someterse a la misma renuncia personal. Si militaran en la política partidista, correrían el riesgo de absolutizarla y radicalizarla, dada su vocación de ser “hombres del absoluto”. Pero en el orden económico y social, y especialmente en el orden político, donde se presentan diversas opciones concretas, el sacerdote como tal no es responsable directo de la decisión, ni de la dirección, ni de la estructuración de las soluciones” (Puebla 527 ). El derecho canónico también es claro: “Los clérigos (…) no participan activamente en los partidos políticos ni en la dirección de las asociaciones sindicales salvo, a juicio de la autoridad eclesiástica competente, la defensa de los derechos de la Iglesia o la promoción del bien común» (can. 287, párr. 2). Asimismo, el Concilio Vaticano II, en la Constitución Apostólica Presbyterorum Ordinis, recuerda que el deber y la misión del sacerdote consiste en respetar escrupulosamente “la justa libertad que los laicos tienen en la ciudad terrena” y en estructurar la comunidad cristiana sin estar en la servicio “de cualquier ideología o partido humano” (PO 6 y 9).
Rechazar la militancia partidaria por parte de la jerarquía no significa, sin embargo, que la Iglesia no tenga algo que decir en materia política. En efecto, en primer lugar, tiene una palabra guía en el sentido de proponer valores evangélicos como directrices para la actividad política, para que esté realmente al servicio del bien común. Le corresponde también convocar y formar a los laicos, cuya vocación es precisamente la de santificar el orden temporal, para que «encuentren en la doctrina social de la Iglesia los criterios adecuados, a la luz de la visión cristiana del hombre. Por su parte, la jerarquía garantizará su solidaridad, fomentando su formación y vida espiritual y estimulando su creatividad para que busque opciones cada vez más adecuadas al bien común y a las necesidades de los más débiles” (Puebla 525).
Es evidente que la Iglesia también tiene sus intereses políticos, pero estos no son sesgados ni ideológicos. Se refieren a los derechos propios de la Iglesia, como la libertad religiosa en toda su plenitud de expresión, pero también a los derechos de los más débiles, los pobres, los no nacidos, los niños, las mujeres, los ancianos, los enfermos, etc.
El obispo, el presbítero y el diácono, como hombres consagrados, comprometidos únicamente con Cristo y con la salvación que él nos trajo, deben ante todo ser ministros de la unidad, oponiéndose a las ideologías siempre crueles porque dividen para dominar y explotar a los pobres en vista de proyectos de poder e intereses económicos. En tiempos de tanta polarización política e ideológica, los clérigos deben cuidarse de no confundir la fe con las ideologías y así dejar de mostrar al Señor con palabras y gestos para esconderse en sus convicciones ideológicas. Como dijo una vez el Papa Francisco, que condena repetidamente las ideologías, hay “dos figuras de la Iglesia hoy: la Iglesia de esos ideólogos que se esconden en sus propias ideologías, y la Iglesia que muestra al Señor acercándose a todas las realidades”. 8/10/2019).
Militarizar activamente según una ideología, tanto de derecha como de izquierda, es algo que todo clérigo debe rechazar resueltamente, so pena de ser desacreditado por los fieles que ya no lo entenderán como un hombre entregado únicamente a las cosas de Dios en al servicio de la salvación de los hombres. . . Además de las sanciones canónicas establecidas.
La arquidiócesis de Río tiene una larga tradición de diálogo con el universo político sin adherirse a sus ideologías. Como madre y maestra, acoge a todos y todos tienen una palabra guía según los valores evangélicos. Los miembros del clero carioca o los religiosos que se dejan seducir y explotar por el partidismo político son puntos fuera de la curva que desconocen nuestra tradición eclesiástica o han sido impermeables a la formación que aquí han recibido. No entienden que esta asociación entre religión y política no está en consonancia con la vocación que han abrazado. Porque no se puede servir a dos señores, no se puede servir a la fe ya las ideologías.
La Iglesia no tiene ni puede tener candidatos, ni apoya a los partidos políticos, si los tuviera tiraría a la basura su profecía, o desgraciadamente la pondría al servicio del poder temporal. Pero en el ejercicio de su misión profética, debe iluminar a todo cristiano, clérigo o laico, para que pueda cumplir con responsabilidad y conciencia su deber cívico.
Pies. Valtemario S. Frazão Jr.
Párroco de la Basílica de Nuestra Señora de Lourdes
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