En Yuma (Arizona), en la frontera entre Estados Unidos y México, una rutina se repite día tras día: decenas, a veces cientos, de inmigrantes indocumentados al mismo tiempo a la vuelta de la esquina del muro fronterizo, buscando agentes fronterizos. Los inmigrantes se entregan a las autoridades con la esperanza de obtener asilo en el país, en un capítulo más de la crisis migratoria norteamericana. Según la policía, el flujo de personas que intentan ingresar a los Estados Unidos es el más grande desde las secuelas del desastre climático de 2010 en Haití, cuando hubo una intensa migración. Y esto presenta un gran desafío para la Casa Blanca en un año político crucial.
Las autoridades tienen el poder de traer a algunos inmigrantes de regreso a México bajo una ley de la era Trump conocida como Título 42, pero esto no se aplica a todas las nacionalidades. Los ciudadanos venezolanos y cubanos, por ejemplo, pueden ser liberados luego de completar el proceso migratorio. “Seguimos desarrollando tecnología y recursos, no solo para nuestros agentes, sino también para garantizar que los reclusos tengan alimentos para sobrevivir”, dijo Chris Clem, oficial fronterizo.
La situación política es preocupante para el presidente Joe Biden, quien constantemente ha discutido medidas para frenar la inmigración ilegal con su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador. “Este es un desafío común para los países del continente y firmamos un compromiso en ese sentido en la Cumbre de las Américas”, dijo Biden. Meses atrás ordenó a las agencias gubernamentales monitorear el aumento del movimiento de inmigrantes en esa región, pero admitió que el flujo había alcanzado un máximo histórico. En el pasado, Yuma solía recibir a personas de México y Centroamérica, cuyo trámite migratorio es más sencillo: solo que ahora hay inmigrantes indocumentados de al menos 100 nacionalidades diferentes. Según Clem, cada día se detiene a unos 1.000 inmigrantes, tanto que el gobernador de Arizona, Doug Ducey, firmó una ley a finales de junio para apoyar los fondos de seguridad fronteriza.
En Texas también, la situación es la misma. En solo una semana, alrededor de 2200 migrantes fueron detenidos en el sector fronterizo de Del Rio, casi el doble que en otro sector, Vale do Rio Grande, que fue el más transitado. Allí también llegan los inmigrantes ilegales en grandes grupos para entregarse a los agentes. Suelen provenir de Cuba y Venezuela, aquellas nacionalidades que no están sujetas al Título 42.
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