La ola de tratamiento de adicciones y trastornos mentales a través de secreciones de rana ha crecido cada vez más en todo el mundo. La experiencia, realizada en ceremonias psicodélicas, realizadas en los bosques, puede llegar a superar los 8 mil dólares. Sin embargo, algunos científicos han advertido que la práctica podría provocar la extinción de estos animales.

Para realizar la “sesión”, la gente paga desde $ 250 por una ceremonia en la selva tropical del este de Texas hasta $ 8,500 por un escenario más lujoso junto a la playa en Tulum, México. La práctica es defendida por varias personas que aseguran haber tenido la experiencia.

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“Comprendí por qué la gente llama a la sustancia la molécula divina cuando pude restaurar completamente el sistema nervioso central”, dijo Capone, un administrador sin fines de lucro, al New York Times. La organización ayuda a cientos de otros veteranos de operaciones especiales a acceder a medicamentos para ranas.

Los científicos, por su parte, dicen que la caza furtiva, la sobreexplotación y el tráfico ilegal en los tramos áridos de la frontera mexicana podrían provocar un colapso en la población de ranas en la región de Sonora. Se cree que la rana, que se encuentra principalmente en el desierto de Sonora, ya se extinguió en California, donde no se ha encontrado en la naturaleza durante décadas.

A pesar de la advertencia, los apóstoles de la medicina de las ranas se resisten a no practicar más esta actividad. “Somos una iglesia, y esta es una medicina sagrada”, dijo Brooke Tarrer, fundadora de Universal Shamans of the New Tomorrow, que hace del consumo de veneno de rana una característica central de sus prácticas.

La iglesia fundada por Tarrer en Texas cobra 250 dólares por una ceremonia de envenenamiento. La mujer se opuso a lo que llamó “gente del movimiento verde” que quiere proteger a la rana. “Nunca recurriremos a los sintéticos”, dijo.

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