Sal, limón y reflejos en Guadalajara – 13/12/2022 – Opinión

Acabo de regresar de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más grande de su tipo en América Latina, por primera vez en formato totalmente presencial después de la pandemia. Caminando por sus atestados pasillos, bautizados con nombres como Avenida dos Novelistas, me quedé pensando que la fuerza del encuentro físico viene no sólo del intercambio de miradas o de las voces alrededor de los oídos, sino también de lo que antecede a todo eso.

El escritor Mircea Cartarescu voló dieciséis horas desde Rumania a México para decir que, en la vida y en la literatura, los sueños importan. Ariana Harwicz se calzó las botas de cuero en París y se las quitó solo veinticuatro horas después para finalmente decirle a la audiencia que no podía amar a su hijo recién nacido, que el ansiado nacimiento le causó menos emoción que leer a Nietzsche por primera vez. El poeta ala de piedra González dejó su bucólica Livingston, Guatemala para afirmar que “la brujería es lo que llamamos la espiritualidad del otro”. Laura Puertas ha salido de Panamá para declarar que la autocensura y el borrado son aún más corrosivos que la censura.

Nara Vidal aprovechó un vuelo, dos conexiones y un resfriado para argumentar que desconocer nuestros orígenes es tan crucial como conocerlos. Rafael Montes Salimos de nuestro lejano Brasil para hablar de algo ciertamente interesante que, lamentablemente, me terminé perdiendo. Salí de ese mismo Brasil y de un complejo esquema táctico de familiares solidarios para decirle a un público adolescente que la escritura no es sagrada, que cualquiera puede ser escritor.

Estar en persona es, ante todo, conmover. Abandonar las comodidades del hogar y cruzar caminos, calles, montañas, fronteras e inseguridades para ofrecer un pequeño puñado de ideas y recibir otro a cambio. Después de una pandemia y cuatro años bajo un gobierno que lucha contra la cultura, qué maravilloso fue ver el mundo girar nuevamente impulsado por el pensamiento. Más aún cuando esta ronda vino con sal, limón y tequila.

Alejandra Camero

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